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Después de atravesar el pantano de oscuras llamas ardientes y la cueva cubierta de hongos venenosos, el príncipe y la princesa finalmente llegaron al Reino de los Enanos.
“Princesa del Reino del Bosque Brilloluna, por favor, salve a mis cinco hermanos. Le juraremos nuestra lealtad a cambio de su amabilidad”, le rogó un Enano deforme a la Princesa tras aparecer de detrás de una pila de ramas secas.
La amable princesa, que sentía compasión por los enanos, prometió ayudarlos.
Juntos, subieron las montañas oscuras y, una vez llegaron a la cima, salvaron al Enano ciego:
“¡Ay, qué tonto! Subí hasta aquí solo para disfrutar de una mejor vista”, se disculpó el Enano ciego.
Sacaron al Enano tonto del fangoso humedal.
“Jejeje”, rio el Enano tonto como forma de agradecimiento a la princesa.
Entraron en la cueva donde residía el Demonio de las Sombras y salvaron al Enano miedoso de la parte superior de una estalactita.
“No... No es por presumir, pero yo... ¡Vine para luchar contra los secuaces de la Madre de la Noche!”, explicó el Enano miedoso.
Llegaron a la llanura baldía y encontraron al Enano achicado en las arenas movedizas.
“Quería ver mi jardín, pero de algún modo me perdí”, sonrió el Enano achicado frotándose sus desgastadas manos.
Se colaron en el nido de sombras y rescataron al Enano despistado de los hongos carnívoros.
“Salí a caminar y de alguna manera me quedé atrapado aquí”, suspiró el Enano despistado.
La princesa y el príncipe salvaron a los cinco hermanos del Enano uno por uno. La amable princesa les dijo:
“Ahora que forman parte de mi séquito, permítanme llevarles al Reino de la Luz. Es un lugar que puede devolver la luz a los ciegos, impartir sabiduría a los tontos, dar coraje a los miedosos y revitalizar a los achicados. Como princesa, este es mi gesto de gratitud para con ustedes”.
Al escuchar esto, los enanos se pusieron eufóricos. Como muestra de gratitud, siguieron al príncipe y la princesa para servirlos a lo largo de su viaje.