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2021-09-03 04:55:18 -03:00

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«Asuntos oficiales urgentes»
“¡Soy el Gran y Glorioso General Weiyang, emisario de la corte imperial en una misión real! ¡Exijo que te hagas a un lado de inmediato!”
“¿General? Entonces, «el Gran y Glorioso» es un rango militar ahora, ¿eh? Pensé que era el nombre de un cargo del gobierno”, respondió Mir sin titubear.
Weiyang estaba tan enfadado que echaba humo por las orejas. “¡¿Cómo?! ¡¿Un ignorante bárbaro de la frontera como tú pretende educarme en los asuntos de la corte?!”
“¿Es que acaso han cambiado el sistema burocrático en los últimos años?”
Dos artistas marciales que acompañaban a Weiyang y que llevaban unas espadas atadas a la cintura se echaron a reír. “¡Jaja! Así termina nuestro gran viaje a la capital... Cruzamos más de mil millas y peajes en carreta, ¡todo para quedar atrapados en una pequeña posada del desierto!”
El mesero Chin miró fijamente la cara toda colorada de Weiyang: “¡Pero si eres una mujer! ¡Una mujer oficial disfrazada de hombre!”, exclamó mientras se golpeó la palma de una mano con el puño de la otra.
“Astuta observación”, respondió uno de los artistas marciales. “De hecho, es la Secretaria de ceremonias. Nosotros dos somos oficiales militares; uno de la Guardia Imperial y el otro de la Escolta Imperial, ambos versados en armas de asta y espadas. Servimos bajo las órdenes del Gran Ministro Imperial para recuperar las Espadas Ominosas”.
“Aunque la parte sobre el Gran y Glorioso Ge... General... ¡Jaja! Aunque eso es inventado, lo de estar aquí por una misión de la corte sí es verdad”, intervino el otro artista marcial.
Las Espadas Ominosas eran algo de lo que Mir había oído hablar. Existía una historia sobre un meteorito de siderita que cayó del cielo hace cinco o seis años, y se dictaminó que, como tesoro de la naturaleza, pertenecía a la familia real. Sin embargo, un espadachín llamado Feng lo había tomado para sí mismo y lo usó para fabricar ilegalmente nueve espadas. Se decía que las Espadas Ominosas fueron maldecidas por el meteorito y podían absorber la inteligencia de las personas. Naturalmente, esto causó un gran revuelo entre los círculos de artistas marciales.
“Ya veo, ya...”, dijo Mir mientras cerraba la puerta del baño.
“Menos ver y más salir de ese baño... ¡Ya!” Con su disfraz de hombre expuesto, Weiyang dejó de tratar de recobrar la compostura y habló con su voz normal. Sorprendentemente, parecía más encantadora de lo que uno podría esperar.
“Una dama de la corte debe ser educada y refinada. A diferencia de los hombres, no puedo hacer mis asuntos oficiales urgentes simplemente en un lugar discreto en la naturaleza. ¡Por favor, date prisa!”
Mir se lavó las manos y salió del baño. Luego se sentó frente a la mesa junto a los dos artistas marciales.
“No nos encontramos con alguien tan familiarizado con los asuntos de la corte en todas las ciudades fronterizas”. El oficial de la Escolta Imperial miró a Mir de arriba a abajo. “¿Puedo preguntarle sobre su historia personal?”
“Mi padre, Mi Tingren, era Ministro de Banquetes Imperiales. Tras ser acusado de malversación de unos fondos que estaban destinados a financiar la comida del ejército, lo despojaron de su puesto y lo exiliaron a la frontera”. Mir hizo una pausa para rascarse la barbilla antes de continuar. “Desde entonces, mi viejo no volvió a ser el mismo. Todavía tengo la intención de volver a la corte un día y limpiar la reputación del apellido Mi”.