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GenshinData-1/Readable/ES/Weapon14505_ES.txt
2021-04-26 00:42:37 -03:00

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Plaintext

Al estar sumergidos en un interminable mar de gente, incluso las normas y los ideales acaban degenerándose.
Hasta la infalible regla de la lógica y la esencia inalterable de las cosas son arrastradas por ese gentío sin fin.
Las tablillas de jade son hijas de la tierra. Contienen la vitalidad del jade y la persistencia de un peñasco escarpado.
Por ello, quien posea las habilidades necesarias para transformarlas en otra cosa podrá bendecir a la gente con la paz.
“La esencia de las verdes y brillantes tablillas de jade es la más pura, así que, por lógica, deberían poder sacar a la luz los sentimientos de las personas.
Pero los humanos no somos seres puros e impolutos, sino que estamos en constante cambio”.
Años más tarde, la persona que dijo estas palabras escuchó en las tablillas de jade unos susurros que hablaban de la mutabilidad y los placeres de este mundo.
Durante miles de años, reflexionó en silencio y pausadamente acerca de las alegrías y las tragedias de los mortales.
Llegó a la conclusión de que hasta las rocas más grandes, firmes y antiguas del mundo pueden cambiar de forma con el paso del tiempo.
Y de que incluso la brillante luna, fuente de inspiración para tantas personas, algún día morirá...
Tras muchos años cantándole a los corazones de las personas, la tablilla de jade dijo:
“Aunque estos seres de almas fugaces son diminutos e insignificantes, también son tenaces, ya que en ningún momento dejan de buscar el cambio.
Comparados con las inamovibles montañas, los humanos tienen un sinfín de posibilidades y un futuro sin limitaciones”.
Así pues, tras observar las miradas de los hombres y las mujeres y tras viajar por el mundo mortal junto al jade, aquella persona pudo experimentar la alegría, la desazón, el júbilo y el dolor.
La pura y verde tablilla de jade que llevaba en la cintura comenzó a emitir una extraña luz con la que dibujó un retrato del mundo.
Sin embargo, para mantener una actitud benevolente y superar las barreras de la razón humana, impuestas por el propio cuerpo,
aún era necesario vagar por el mundo durante muchos más años y experimentar las inclemencias de sus climas, paisajes y el tiempo.